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I ENCUENTRO DEBATE INES

CID-Guatemala y CID-Caracas

Pregunta fundamentada por la directora del CID-Guatemala, Susana Dicker:

Enseñanza, saber y verdad

El nombre con el que el Instituto nos convoca a esta reunión de trabajo, plantea de entrada un problema que Eric Laurent aborda en su texto “Cómo se enseña la clínica”, y que retoma una pregunta ya hecha por Lacan y por el mismo Miller cuando se interrogan ¿cómo enseñar a todos lo que se enseña uno por uno? Cuando se trata de la Escuela, cada analista “enseña a riesgo propio”, incluso está puesta en juego la propia enunciación. En cambio, cuando se trata de pensar la enseñanza en los Institutos, ella no es sin cierta formalidad y sistematización, incluso concebida siguiendo un programa de estudio. Y esto implica un riesgo de deslizamiento hacia otros discursos.

Hay una expresión curiosa en Miller al inicio de su seminario “El lugar y el lazo”, cuando se pregunta: “¿Qué es la forma de la enseñanza? Estamos de lleno en ella. Para decirlo con un juego de palabras, la enseñanza, como lo experimentan todos los que enseñan, es engañanza. Uno se vuelve enseñante cuando aprendió a mentir como es debido.”[1] Esto parecería alejarnos del título de nuestra convocatoria donde encontramos articulados “enseñanza, saber y verdad”.

Saber y verdad son significantes puestos en cuestión en la transmisión del psicoanálisis, donde no tienen el mismo estatuto que en la ciencia. Desde un saber que ex-siste para nosotros en el inconsciente, desde una verdad a medias dicha, desde una orientación que hace lugar al S (A/)… ¿cómo hacer ese pasaje desde lo que el psicoanálisis enseña en el uno por uno, que se constituye en experiencia de un no-todo, para lograr una transmisión que vaya más allá de esa experiencia que se atraviesa, justamente, en ese de uno a uno? Miller, en “El banquete de los analistas”[2] subraya esa escisión entre lo que enseña el psicoanálisis y los caminos de su enseñanza que es para todos.

Lacan encuentra una respuesta cuando plantea una vía por el lado de la transferencia de trabajo “que se hace para los otros, incluso para los que no están allí, para todo el mundo: los vivos por venir y también los muertos, como la ciencia; es aún una transferencia que se dirige al no saber. Se trata de saber qué se hace con el S(A/) (…) Sin embargo, puede extraerse del S(A/) la consecuencia del trabajo: precisamente porque el Otro no sabe hay motivos para construir, demostrar que la verdad es efecto de significante. De aquí que haya que ser engañado por el significante y, con mayor precisión, por el discurso analítico”.[3] Porque, en definitiva, ¿qué se transfiere sino es un deseo de saber? Deseo de saber que se dirige al no saber S(A/)… paradoja que da su sello al psicoanálisis.

En el discurso del Analista el saber viene al lugar de la verdad. Y es muy interesante porque Lacan aquí separa saber de enseñanza y dice justamente que este discurso no se sostendría si exigiera la intermediación de la enseñanza. Plantea un antagonismo entre saber y enseñanza (casi lo opuesto al discurso universitario). Por eso nos preguntamos cómo ese saber extraído de la experiencia de un análisis puede entrar en el marco de una enseñanza.[4]

Estas referencias están atravesadas por los interrogantes que plantean al psicoanálisis la posibilidad de articular los tres significantes que nombran esta convocatoria, pero siempre considerando el pasaje desde lo que enseña la experiencia analítica a lo que implicaría la enseñanza del mismo, más aún en el Instituto. Esto en tanto “la solución Lacan, la que él practicó e indicó, pasaba por hacer existir el psicoanálisis”[5] y una de las vías a la que apostó fue la enseñanza del mismo.

Desde su lugar de docente del CID, ¿qué de su formación, de su experiencia analizante articulada a la episteme y a la política del psicoanálisis, le permiten hacer ese pasaje que sostiene la transmisión en psicoanálisis? Tomando en cuenta que el Instituto es partenaire de la Escuela.

NOTAS

  1. Miller, J.-A: El lugar y el lazo, Paidós, Argentina 2013, p 9
  2. Miller, J.-A: El banquete de los analistas, Paidós, Argentina, 2011, p 164
  3. Miller, J.-A: El banquete de los analistas, Paidós, Argentina, 2011, p 175
  4. Pagano, M: “La enseñanza en psicoanálisis”, http://cuatromasuno.eol.org.ar/Ediciones/004/template.asp?Noches-de-carteles/La-ensenanza-en-psicoanalisis.html
  5. Miller, J.-A.: El lugar y el lazo, Paidós, Argentina, 2013, p 20

 

Respuesta de la docente del CID-Caracas, Raquel Baloira:

¡Ah, me gustaría hablar del psicoanálisis
como si hubiese desaparecido (…) [1]
Jacques- Alain Miller

En la Escuela, cada analista practicante que enseña, lo hace a riesgo propio. Y en el Instituto, aunque la enseñanza está fundamentada en un programa sistemático y gradual, la transmisión contempla una dialéctica entre el trabajo con el saber acumulado, las referencias y la investigación. Puesto que si nos quedamos únicamente en el Lacan dice, haríamos una lectura dogmática, y la orientación lacaniana anima a reanudar las elaboraciones de Lacan y los cambios que se produjeron durante su enseñanza.

Pero esta propuesta de enseñanza a los docentes que asumimos la responsabilidad de la transmisión del psicoanálisis, nos confronta con el riesgo de un deslizamiento hacia otros discursos, tal como lo advierte el texto que nos enviaron para dar lugar a este debate.

En mi experiencia, en el CID, aunque como bien señala Eric Laurent, no sepamos muy bien qué es investigar en psicoanálisis [2], si algo ha podido servir de brújula para controlar esos deslizamientos, considero que es la práctica de la investigación. Especialmente porque la investigación exige poner de sí, muy distinto de hacer el cómo sí, que sería el camino contrario al propuesto por Miller en “El lugar y el lazo”; cuando mediante un juego de palabras para referirse a lo que experimentan los que enseñan, lo nombra: engañanza [2]. Y, además, porque tal como el mismo Miller señala, es en la investigación donde puede surgir lo nuevo a partir de organizar lugares donde se intercambien ideas, es decir, donde se ponga en juego la práctica de la conversación. Y esta apuesta, requiere del que enseña, animarse a recorrer caminos que no estén trillados.

Lacan llevaba cada vez un aporte inédito a su seminario y su deseo fue que se reinventara el psicoanálisis. Él encontraba en lo nuevo el rasgo de lo verdadero. Para el avance del psicoanálisis, se impuso como regla, no volver a decir las mismas cosas. En “Lugar, origen y fin de mi enseñanza” [3] dirá que se vio llevado a ubicarse en una posición de enseñanza muy particular: “consiste en partir otra vez desde cierto punto, cierto terreno, como si nada se hubiera hecho. El psicoanálisis significa eso”.

Si de lo que se trata entonces es de recomenzar cada vez, ¿dónde ubicar el comienzo?

El año nuevo le dio la oportunidad a Lacan de elaborar, en el marco de su seminario “El acto analítico”, de qué manera un acto está ligado a la determinación del comienzo, y muy especialmente allí donde hay necesidad de hacer uno porque no lo hay.

“El acto (a secas), ha lugar de un decir, cuyo sujeto cambia”. En esta breve definición del acto da una lógica muy precisa. Primero, no hay acto sin un decir, sin una enunciación en

el campo del lenguaje. Segundo, es por el acto que el sujeto de ese decir, de esa enunciación, se transforma de manera inalterable. Allí, donde hay acto, encontramos enunciación y rectificación subjetiva.

¿Cómo leer ese decir? Porque no toda palabra es un decir, lo sabemos gracias a Lacan.Si llegara a serlo, todo lo que decimos se convertiría en un acontecimiento. Sabemos que no es así. Para que una palabra se convierta en un decir debe transformarse en algo inolvidable. Es decir, que el acto estará en juego. Entonces la enseñanza va de la mano con la puesta en juego del deseo. Tanto… que Lacan comenta que es la señal de que hay enseñanza.

Ahora bien, en esa puesta en juego del deseo del enseñante, la experiencia muestra de qué manera el fantasma puede llegar a ser un obstáculo en la transmisión. Puesto que se transforma en un tapón del agujero y no nos deja enseñar otra cosa que no sea lo que comprendemos.

Lacan advirtió en diferentes momentos de su enseñanza: “cuídense de comprender”. Una enseñanza puede estar hecha más bien para producir una barrera al saber porque se extrae de esa posición cierta tranquilidad. “Hacerse comprender, no es enseñar”, dice Miller. Más bien, de lo que se trata es de hacer un uso distinto del sentido, añadiendo un golpe en él, troquelándolo, permitiendo así un uso distinto de la comprensión. Es uno de los saldos de saber que obtenemos de la experiencia de un análisis.

Ese ejercicio que implicaría el golpe en el sentido, que finalmente es un golpe que resuena en el amor por el semblante, es lo que permitiría leer esa distinción que hace Lacan entre lo que hace el que enseña y lo que hace el profesor.

Para Lacan, el profesor es el que enseña sobre las enseñanzas, es decir, así lo señala él, en el seminario 10: “hace un recorte en la enseñanzas”. Se sirve de una metáfora preciosa para interrogar: ¿qué hace el profesor con esos recortes?

Lacan acude a la técnica del collage, a lo que ésta apunta al descompletar la imagen, volverla trizas. Dice sobre el collage que evoca “la falta que constituye todo el valor de la propia obra figurativa, por supuesto cuando es lograda”. Diríamos que habría un collage, si la obra evidencia sus trazos, sus rastros, o sus marcas, sin que todo calce perfectamente, y así el espectador, si consiente, podrá hacer su propio recorrido de lectura porque no ha quedado taponado el agujero.

Hay enseñanza, si el que transmite, tal como hicieron los inventores del collage, los calígrafos japoneses, deja rastros de una falta que haga lazo con el saber inconsciente de aquel que escucha.

Si se espera de nosotros, como docentes, la práctica de la investigación, no podemos quedarnos únicamente “haciendo recortes en la enseñanza”.

Aunque no sepamos bien qué es investigar en psicoanálisis, tenemos cierta orientación. Eric Laurent dice de Miller sobre sus seminarios pequeños (no de sus cursos), que “son demostraciones en acto de lo que es investigar”. Pero sus demostraciones no son una técnica, tampoco la enseñanza de Lacan lo fue en sus seminarios. Por consiguiente, a cada uno de nosotros le tocará inventar qué hacer con los recortes; en una apuesta que dé lugar a lo nuevo cada vez en la transmisión del psicoanálisis y se convierta en un acontecimiento inolvidable.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. El banquete de los analistas, Ediciones Paidós, Argentina, p. 169
  2. Laurent, Eric. Lo imposible de enseñar, conferencia dada en ICdBA, citada por Leonardo Gorostiza, en su texto: http://www.cuatromasunoeol.com/sv/referencias.logicas-colectivas
  3. Miller, Jacques-Alain. El lugar y el lazo, Ediciones Paidós, Argentina, p.9
  4. Lacan, Jacques. Lugar, origen y fin de mi enseñanza, Ediciones Paidós, p. 11
  5. Lacan, Jacques. El acto psicoanalítico, en Reseñas de enseñanza, Hacia el tercer encuentro, Buenos Aires, p. 47.
  6. Miller, Jacques-Alain. Microscopia, en Escansión Nueva Serie, 1989