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LA DIRECCIÓN DE LA CURA, HOY

2016: XVI Seminario. Boletín #2

En este nuevo Correo del INES les compartimos una elaboración de nuestra querida colega de Miami, María Eugenia Cardona, sobre “La dirección de la cura y los principios de su poder” – texto que como ustedes ya saben trabajaremos durante el coloquio-seminario con Flory Kruger. La pregunta que recorre la contribución al debate de María Eugenia ¿Qué hace el analista? es una pregunta sin-tiempo tan polémica en 1958 como en el siglo XXI que nos confronta con el desafío de hacer dialogar los distintos momentos de la enseñanza de Lacan a la luz de los paradigmas de la clínica.

Viviana Berger

El acto del analista en la dirección de la cura…
María Eugenia Cardona

“La dirección de la cura” texto de 1958, en el que Lacan pone el acento en el analista, en el lugar del analista, la posición desde donde va a dirigir la cura, antecedente de lo que luego teorizará como el acto analítico. Miller [1] nos dice que “La dirección de la cura” constituye la reflexión de un analista, Lacan, sobre su propia práctica para tratar de elucidar su parte más oscura por estar en juego el funcionamiento del inconsciente. Esto implica entonces que para el analista queda un misterio, en relación a los efectos que produce. Es aquí donde este texto de 1958 tiene toda su vigencia actual porque interroga algo que es sin tiempo: ¿Qué hace el analista?

El acto del analista no es tanto lo que el analista hace, sino el acto que autoriza al analizante a hacer uso de lo que se despliega en transferencia. El deseo del analista es un concepto solidario con lo que Lacan denominó “ética psicoanalítica” y, por lo tanto, con la responsabilidad del analista en la dirección de la cura. Posición ética y

Política del analista que da cuenta de su deseo de analista a su vez congruente con el discurso del analista.

Se pregunta por quién dirige la cura, y hablará de la “contratransferencia” que hace que el elemento central de la cura, que son las formaciones del inconsciente del analizante, sean desconocidas. Planteada la contratransferencia entonces quien dirige la cura será el propio fantasma del analista. Porque a nombre del psicoanálisis muchos se dedican a la reeducación emocional del paciente. Aquí ubica una impostura que deberíamos desechar, y mostrará cómo los post freudianos que pensaban haber superado a Freud, lo único que pudieron mostrar fue un profundo desconocimiento de los planteamientos freudianos. Hay pues, una crítica al ejercicio de cualquier poder por parte del analista.

Es un texto polémico e interpretativo de la época. Donde en la Psicología del Yo se olvidaba el inconsciente Freudiano. Lacan advierte sobre las nuevas formas del Superyó; formas actuales en la sociedad, donde la civilización no se rige por una ética de la renuncia sino por un empuje, por un derecho a la satisfacción. Postula tres conceptos fundamentales para la clínica: Táctica de la interpretación, estrategia de la transferencia y política del síntoma.

El analista dirige la cura mas no al paciente. ¿Qué es lo que hace? Hace aplicar la regla analítica: “hable de lo que se le ocurra” no es “hable de lo que quiera”. Lacan acaba definiendo la ética del psicoanálisis como la ética del bien decir. Como lo dice Miller [2] en todo caso clínico estamos en el cuadro a la manera de Las Meninas de Velásquez, donde el pintor se representa a sí mismo, junto a los demás, pero esfumado, desvanecido, un amo que está degradado y del que no queda sino su lugar, donde el espectador viene a pintar su propio cuadro; porque desde el momento en que conseguimos borrar aquello que nos hace “singulares” como sujetos es el analizante que “nos” sueña con los colores y rodeos de su propio fantasma.

En “La dirección de la Cura” el final se traduce en atravesamiento del fantasma donde se resolvería la pregunta del sujeto: ¿Quién soy? El ser cuando se presenta hace preguntas, busca resoluciones y repuestas que terminan en una cierta “nada” que le llamamos objeto a y que es un semblante. Por otro lado, el fantasma sería la articulación entre simbólico e imaginario, donde lo que tienen en común es el sentido, dice Miller en “El Ser y El Uno“, [3]. Lacan, pasará de la muerte a la falta y desde aquí dirá que la interpretación apunta “hacia el horizonte deshabitado del ser”.

Miller [4] continúa precisando que el ser y la existencia no son uno sino dos. Lo Universal se sostiene solo a nivel del ser. La existencia está en un registro diferente, en el nivel de la singularidad. Lacan ubica el padre como excepción y existencia respecto de lo universal. Donde su perversión (père-version): habla de la singularidad de cada padre. Porque esa función no vale para todos, sino que opera en la singularidad, tomando al padre en esa singularidad a nivel del Uno, a nivel del síntoma. [5]

Parafraseando a Miller en “Los usos del lapso“, el analista estaría desde su no saber, encarnando con su presencia la parte no simbolizable del goce. [6]

El analista ofrece su cuerpo al analizante posibilitando que aloje su exceso de goce y de esta manera haga existir el inconsciente. Lugar de alojamiento- encarnado, no cualquiera, que permita cernir algo de la marca imborrable de lo singular imposible de nombrar, pero que hace de ese resto–deshecho causa de vida y posibilita el encuentro con un nuevo modo de saber-hacer allí. Inexistencia del Otro que pone al Uno del lado de la invención.

Decir política del síntoma, ética de la praxis, significa tratamiento del goce. ¡Del lado de la enunciación de la regla fundamental el analista sabe que aquello que dice el analizante es verdad por un instante!! porque diciendo la verdad; no puede sino mentir. Llamamos real a aquello de lo que no es posible decir la verdad, sino mintiendo. Esto condiciona desde el comienzo las modalidades de su quehacer. No es lo mismo orientarse tomando la perspectiva del fantasma, siguiendo la línea de la cuestión del ser, que hacerlo a partir del síntoma como respuesta de la existencia.

REFERENCIAS

  1. Miller, J.-A., “Puntuaciones sobre la Dirección de la cura”, en: “Conferencias porteñas” , Paidós, Buenos Aires. T.2, pág. 177
  2. Miller, J.-A., “Hablar con el cuerpo”. http://www.enapol.com/es/template.php?file=Argumento/Conclusion-de-PIPOL-V_Jacques-Alain-Miller.html
  3. Miller, J.A “El ser y el Uno”- lección X y XI, 2011, inédito.
  4. (ibíd.)
  5. (ibíd.)
  6. – Miller, J.A, Capítulo I, de “Los usos del lapso”, Paidós, Bs. As., Año 2004, pág 22.

Comisión organizadora
Director del INES: Mauricio Tarrab
Presidente del Comité Consultivo: Clara María Holguín
Comisión INES
Elida Ganoza
Viviana Berger
María Eugenia Cardona
Gisela Cordido