La violencia en el lugar del amo

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SILVIA MACRI

Hemos titulado nuestro seminario de este año “La violencia en el lugar del amo”. Tomo tres palabras de este título: violencia, lugar y amo.

I – La violencia
Violencia ha habido siempre en la historia de la humanidad, desde los mitos, las religiones, las luchas por el poder, las guerras, resulta imposible pensar la historia de la humanidad sin violencia. En 1932 Freud se pregunta ¿Por qué la guerra? a propósito de una correspondencia con Einstein que le pregunta como evitarla y Freud le contesta preguntándose por las causas de la violencia. Para él se trata de un desborde de la pulsión de muerte, de la vida pulsional y la agresividad. Y considera que lo que puede ejercer un efecto contrario a la violencia en los lazos entre los hombres son el amor o la identificación, no veía que la violencia se pudiera resolver con una liga de naciones como pensaba Einstein ni con leyes, aunque éstas fueran cada vez más rigurosas, y si bien la cultura podía colaborar para que la razón o el intelecto gobernaran la vida pulsional, ésta resultaba insuficiente. Le responde a Einstein que el poder de una liga de países o una ley que prohíba la guerra es una utopía, la ley no frenaría la violencia. Freud apuesta al desarrollo cultural, a la civilización, apuesta a que la razón gobierne la vida pulsional, a que lo simbólico domine lo real, sin embargo, no parece muy convencido respecto del triunfo de la razón sobre la fuerza.
Ya en su texto “El malestar en la cultura” en 1930, hace casi cien años, Freud afirmaba que los vínculos entre los hombres librados a su propia suerte, sin ninguna regulación serían imposibles y hablaba de las dificultades del sujeto para adaptarse a las normas de convivencia que él mismo crea. Afirma también que en los actos violentos se entrelazan aspiraciones destructivas con otras eróticas o ideales que los justifican, por ejemplo se odia al enemigo o al extranjero por amor a la patria.

Lacan en 1948 después de la Segunda Guerra Mundial percibe que la agresividad y la violencia persisten pese a los intentos de regularla, y escribe sus primeros textos al respecto: “La agresividad en psicoanálisis”, “Psicoanálisis y criminología”, “El estadio del espejo”, donde sostiene que el yo al constituirse alienado a su propia imagen especular no deja lugar a la aparición de ningún otro, es él o el otro, no hay espacio para los dos, llamó a esto agresividad especular, se trata de la “lucha a muerte por el puro prestigio” afirmando que el Otro debe venir a regularla, pues si no se trata de uno u otro, al igual que Freud sostiene que no es posible la convivencia pacífica entre los hombres.
En su texto sobre la agresividad se pregunta por las barreras que podrían contener las tendencias agresivas y concluye en su V teoría que la identificación al gran Otro como Ideal del Yo, la identificación edípica, la identificación primordial al padre, funciona como instancia pacificadora, se trata de la eficacia del Nombre del Padre que une deseo y ley. Sin embargo, de esa operación del padre, de la metáfora paterna siempre queda un resto, la pulsión de muerte, el kakon eso extraño y familiar que habita en cada uno, eso que no llega a ser absorbido por el Ideal del Yo.
Más adelante Lacan nos advierte sobre la decadencia de los ideales, la decadencia del Nombre del Padre y, cuando avanza con su teoría sobre el goce, a esa caída de los ideales y su función pacificadora los convierte en parte del superyó que ya no actúa como pacificador de las pulsiones agresivas, sino que ordena gozar. Lacan va a decir que se odia al diferente en tanto se lo supone poseedor de un modo de gozar distinto al de uno y del que uno carece, (Freud llama a esto “narcisismo de las pequeñas diferencias”), por lo tanto la violencia hacia el diferente se ejerce a partir de identificarse con el mismo ideal o bien con el mismo modo de gozar. Se trata de grupos sociales sostenidos por un goce común. (religiosos, étnicos, políticos, etc.). El odio se dirige siempre a aquellos que se satisfacen de manera diferente, de una manera inalcanzable para el sujeto.
Hoy día asistimos cada vez más a la caída de las referencias simbólicas (fenómeno éste que dio origen a lo que en psicoanálisis llamamos los desbrujulados). La pregunta angustiante por el deseo del otro “qué me quiere” que daba origen al fantasma y que se respondía muchas veces con fuertes ideales o identificaciones que el sujeto cuestionaba -porque muchas veces eran causa de sufrimiento y que en un análisis se intentaba hacer caer-, ya no existen, los padres muchas veces desde el mismo nacimiento no quieren nada para el hijo/a ni si quiera el género “que sea libre, que elija lo que le guste”, padres que le ponen un nombre que se pueda usar para ambos sexos así más adelante puede decidir si se percibe hombre o mujer más allá del cuerpo con el que nació). Como analistas no se trata de hacer un juicio de valor sobre esto pero sí de estar atentos a las consecuencias, entonces nos encontramos con que ahora el sufrimiento no pasa por “quiero ser artista plástico y mi familia me quiere ingeniero” sino más bien por una desorientación absoluta, que más de una vez tiende a quedar sujeta a la propuesta del “todo es posible” con la consiguiente frustración y la respuesta desregulada y violenta. La carencia de ideales o los ideales o identificaciones lábiles ya no resultan eficaces para frenar la violencia, la ciencia, el orden jurídico y la religión han intentado e intentan regularla ofreciendo sus respuestas, pero al igual que Freud lo planteara para su época, las respuestas obtenidas no son suficientes. Lacan llamó “impase” a este malestar observado por Freud.
Como respuesta a este impase, hoy se conforman diferentes grupos sociales que se sostienen a partir de la identificación al ideal (S1 significante amo para Lacan) o bien identificados a un mismo modo de gozar. Ahora bien, ¿qué sucede cuando es justamente la violencia es el significante amo de la época bajo el cual se constituyen comunidades? Además ¿qué pasa cuando este rasgo identificatorio se hace aliado del goce del sujeto, cuando la violencia misma se constituye en un modo de gozar que obedece al imperativo superyoico, o cuando la violencia se constituye en una modalidad del lazo social? Dentro de las cárceles, por ejemplo, los distintos grupos que identificados a un líder se relacionan a partir de la lucha para determinar cuál es el más violento y hasta a veces en los mismos colegios compiten por el grupo más fuerte.
No se trata solamente de la agresividad sino de un modo de lazo social de un discurso, de un lazo social que se establece a partir de un significante amo: violencia Todo esto da lugar a una clínica donde prevalece la actuación sobre el síntoma, ¿cómo alojamos esto desde el psicoanálisis? Pienso que, en primer lugar, debemos estar atentos al efecto que el discurso de la época produce en el uno por uno de los pacientes, sin dejar de lado el diagnóstico de estructura que nos permita dar cuenta de por qué un sujeto en lugar de hacer un síntoma, actúa.
En los casos que entrevistamos en el hospital, por lo general, se trata de sujetos psicóticos que responden al fenómeno elemental con un pasaje al acto violento, y en esos casos no dejamos de sorprendernos por la singularidad de su relato, como comento en uno de los casos que me tocó entrevistar: el sujeto había matado a su madre pero a él lo que lo angustiaba era haber dejado a sus hermanos huérfanos. De todas maneras, no se trata solo de las psicosis, pues la violencia, el acting out y el pasaje al acto se presentan cada vez con más frecuencia en adolescentes y hasta en niños donde se verifica que estas presentaciones no son ajenas al discurso amo de la época que empuja cada vez más al goce todo sin importar los medios para conseguirlo y al odio y la segregación del modo diferente de gozar. Por ejemplo, una adolescente relata no poder dejar de pegarle a su hermano pequeño aunque sabe que lo terminará lastimando pues no soporta escuchar su risa fuerte e imparable frente a las tonteras que hace, se le hace insoportable ver el goce de su hermano menor que le es ajeno, que no puede compartir ni comprender. O bien comunidades o grupos identificados con la violencia al punto de actuar colectivamente por ese ideal de pura violencia

II – El lazo social, el lugar del amo: los discursos
Para Lacan no hay lazo posible entre los seres hablantes sino a través del discurso. Los distintos discursos organizan las distintas maneras de vivir, los distintos modos de gozar. Lacan sostiene que la sociedad no existe como entidad natural, solo existe por el lenguaje que se pone en forma en un discurso. Así, introduce cuatro discursos como fundantes de todo lazo social.
El lenguaje instaura sistemas de relaciones sociales estables, los discursos regulan las relaciones entre los seres hablantes. Cada discurso da cuenta de una estructura de relaciones que determina la posición del sujeto, en la medida que hablamos nos incluimos en un discurso, es decir, el discurso varía de acuerdo al lugar que ocupamos cuando hablamos, el lugar desde donde hablamos.
Lacan también sostiene que el discurso se origina en el goce, siendo cada uno de ellos un modo diferente de tratamiento del goce. Y aborda los fenómenos sociales haciendo uso de sus cuatro discursos: discurso del amo, de la histeria, universitario y del analista, más adelanta presentará el discurso capitalista.

En su Seminario 16 “De un Otro al otro” introduce el tema de los discursos que termina de formalizar en el 17 “El reverso del psicoanálisis”. Justamente este título indica cómo el discurso analítico se encuentra en el revés del discurso del amo. “Ya deben empezar a advertir que el reverso del psicoanálisis es lo mismo que este año introduzco bajo el título discurso del amo”. Agrega que es su único contrapunto, su polo opuesto (diferencia psicoanálisis y psicoterapia, el terapeuta desde el lugar del amo da los significantes identificatorios versus el psicoanálisis que opera para hacer caer identificaciones).
En los discursos Lacan distingue cuatro lugares y cuatro términos, términos que al girar en sentido de las agujas del reloj van pasando por los distintos lugares dando origen a un discurso diferente en cada cuarto de giro. Los lugares son: el del agente, el del Otro o del trabajo, el de la verdad y del de la producción o la pérdida. Los términos o funciones propias del discurso son: el S1 significante amo, el S2 saber, el S/ sujeto barrado y el a objeto a como plus de goce. Por lo tanto, cuando hablamos de amo y de lugares en psicoanálisis y en el título de nuestro seminario nos estamos refiriendo a un lugar en el discurso, discurso que, como dijimos, Lacan hace equivalente al lazo social, lo que comúnmente denominamos lazo social para Lacan se trata de discurso.

Lugares
Agente Otro
Verdad Producción o pérdida

Términos
S1 S2 S/ a

No voy a entrar de lleno en los discursos, pero partamos por el discurso amo ya que nuestro seminario trabajará lo que sucede cuando la violencia esta en el lugar del amo como S1, la víctima en el lugar del otro S2 y abordará lo que sucede con el resto o producto. Pues, sabemos que de la dialéctica entre el sujeto y el Otro como lugar de la palabra, de la articulación S1 S2 se produce por un lado el efecto sujeto y por otro, un resto que la palabra no puede decir -a ese resto Lacan lo llamó objeto a. Hay distintas formas de tratar ese objeto a, que puede ocupar distintos lugares en el discurso, como objeto causa en el discurso analítico en el lugar del agente o bien como producto o resto en el discurso amo.
Lacan define al agente como el tiene el poder, el que domina, el que actúa o más bien, a quien se hace actuar porque la causa o el motor se encuentra oculta bajo la barra que es el lugar de la verdad, la verdad hace actuar al agente. A su vez, el actuar del agente hace trabajar al otro por eso también llama a ese lugar el lugar del trabajo, desde el lugar del agente se actúa sobre el otro y esto tiene un efecto. En la línea de arriba el agente y el otro están unidos por una flecha que indica una relación, mientras que en la de abajo hay una doble barra que indica una imposibilidad, no hay conexión posible entre los lugares de abajo de la barra.
La verdad en el lugar de la causa, el agente es el motor, el producto es el efecto que siempre esta en disyunción con la verdad.
Ahora bien, decíamos que esos cuatro lugares pueden ser ocupados por los cuatro términos dando lugar a los diferentes discursos.

Discurso Amo
S1 —– S2
S/ // a

En el discurso del amo el S1 significante amo se inscribe en el lugar del agente y se propone como verdad, el lugar del agente es el lugar del poder, de la dominación, desde allí hace trabajar al otro que produce un saber, de ese trabajo resulta un producto y también una pérdida, hay simultáneamente algo de producción y de pérdida en ese plus de goce, de esta pérdida, producción o goce el sujeto nada sabe, no hay ninguna conexión con la verdad. Hay una disyunción entre la producción y la verdad . Un significante S1 en el lugar del agente se dirige a un S2 como saber y produce un efecto de sugestión cuando es significante es un significante amo S1, en la clínica el sujeto llega con una historia que ha construido a partir del discurso amo, a partir del efecto que el discurso amo a tenido sobre él, despliega un saber al respecto, al revés del discurso del analista donde los S1 van al lugar de la producción, lo que en el discurso amo esta en la entrada en el discurso del analista esta en la salida.
Si rotamos y en lugar de estar el S1en el lugar del agente se encuentra el sujeto barrado habrá otro efecto diferente pues hay un cambio de discurso y si seguimos girando irán cambiando los discursos y por lo tanto irá variando ese efecto (histerización del discurso a la entrada en análisis).

Discurso de la histeria
S/ —– S1
a S2

Entonces, según quién se encuentre en el lugar del agente dará lugar a un discurso diferente, si es el sujeto barrado, discurso de la histeria, si es el saber discurso universitario y si es el objeto a discurso del analista
En el discurso del amo el agente manda y el otro trabaja, como amo y esclavo, el amo ordena que la cosa marche, mientras que el sujeto barrado se encuentra por debajo de la barra, sujeto del inconsciente que es efecto de la cadena significante, que surge como efecto de los significantes que se articulan, para representar a ese sujeto que esta reprimido. (ej: queda sorprendido y representado por algo que no pensaba decir). Aparece un saber no sabido que incluye un goce que escapa al saber y que Lacan llamó objeto a. El objeto a como esa parte de goce no incluida en el saber que Lacan presenta como producto del trabajo del saber, como decimos es tanto producto como resto, el tema es qué pasa con ese resto.
El discurso del amo elide la división subjetiva, fíjense que en la línea de abajo se encuentran los términos del fantasma, pero con doble barra y no articulados como en la fórmula del fantasma, se trata de un sujeto en el lugar de la verdad que nada sabe del efecto de goce que se produce, desconoce que hay un goce allí donde sufre por ejemplo.

Discurso del analista
a —–S/
S2 S1

El discurso del analista coloca al sujeto barrado en el lugar del trabajo, el analista esta como objeto a, como causa en el lugar del agente y ordena trabajar al sujeto del inconsciente, que produce los S1 que ahora están en el lugar de la producción o de la pérdida, porque el análisis trabaja contra la identificación, para producir los S1 que alienaban al sujeto, que determinaron su historia. En la línea superior del discurso del analista ahora encontramos los términos del fantasma que ya no están en disyunción, el fantasma se presenta de entrada.
Los significantes amo de la época, los S1, el ideal, tienen que ver con la sugestión, las enfermedades, el cuidado del cuerpo, la alimentación, la estética, la moda, nos dice que comer, que gimnasia hacer, qué remedios tomar para cada enfermedad clasificada, el sujeto obedece desde el lugar de la pereza, no se pregunta nada, cree en el amo.
Lacan dice que el sujeto barrado, sujeto del inconsciente está en el lugar de la pereza, se deja representar por el S1 y nos hace cometer lapsus y actos fallidos. Ahora bien, nuestro seminario se pregunta qué pasa cuando en el lugar del significante amo está la violencia.
Desde el discurso del amo, tal como lo pone en evidencia Lacan, se promueve el igualitarismo, (todos flacos, todos deportistas, no hay lugar para ningún exceso, todos consumiendo lo mismo o bien todos violentos) en tanto segrega el modo de satisfacción de cada uno. Al decir de J.-A. Miller en su curso inédito del año 2002/03 “Un esfuerzo de poesía”, J. Lacan llamó a este igualitarismo la “canallada moderna”…..
De algún modo ese igualitarismo suscita violencia y segregación, pero si avanzamos un paso más, vemos que en el lugar del S1 también se ubica la violencia como significante identificatorio.

Santiago de Chile, 13 abril 2023.