Carlos Márquez

El factótum de la presencia

En la página 71 del Seminario 11, Lacan anuda el deber del analista en relación con la interpretación y la transferencia, con la función de la tyche (71). Este capítulo comienza con un rechazo a “conformarse con un aforismo como la vida es sueño“, pues el análisis está orientado hacia lo que “es el hueso de lo real” (61). La tyche es “encuentro con lo real” más allá de “la insistencia de los signos”, del automaton (62).

Pero aparte de estas dos ya célebres contribuciones tomadas de la explicación aristotélica de la causa, en este capítulo aplica el concepto freudiano de Vorstellungsrepräsentanz para dar cuenta del sueño del “Padre ¿acaso no ves que ardo?” y del fort-da.

El Repräsentanz es el delegado, el factótum. Vorstellung es el concepto filosófico para la representación, pero también Stellung es la posición que algo tiene en un determinado momento, de manera que si tomamos “Presencia” como “la cualidad de estar ahí”, son dos palabras casi equivalentes.

Es ese delegado lo que se pone en el lugar de la hiancia introducida por la ausencia de la madre, según la observación de Wallon. Es para eso que se crea, que se inventa ese Repräsentanz, ese factótum. Es para disponer una presencia que manche, que marque esa ausencia que de otro modo “siempre abierta”, “queda como causa de un trazado centrífugo…” (70)

La posición del analista en la transferencia es la del Repräsentanz (factótum) de la Vorstellung (presencia). El representante de eso para lo cual no hay otra representación que el propio síntoma, pero que por su misma estructura no va a dejar de ser un enigma doloroso por mucho tiempo. La presencia del analista se convierte así en un tratamiento para el tratamiento de lo que por pugnar por ser dicho se hace insoportable, hasta que pase de real a imposible.

Por ello la presencia del psicoanalista también en la transferencia juega el papel de ser el Repräsentanz del desencuentro de la Vorstellung.