Acontecimientos memorables

Trabajando los testimonios de AEs en las Noches de Escuela no han dejado de sorprendernos esos gestos, señalamientos, agarres, susurros, sonidos que, sutiles y más bien modestos, constituyen todo un acontecimiento memorable en el cuerpo de un analizante transformando una vida.

Tengo especialmente presente el testimonio de María Antonella del Mónaco llamado El acto analítico y sus efectos en la construcción y di-solución del fantasma en referencia a la sorpresa que produce el acto de su analista y a la verificación, por parte de ella, de lo que produce esta operación.

El primer acto, como tal, es simple para las enormes consecuencias: en la sala de espera, la hace seguir con un gesto, le da la mano pero dirige su mirada hacia otro lado, sin soltarla. Lo que acontece en el cuerpo de ella es una conmoción: resuena inmediatamente en el cuerpo hablante, que reacciona palpitando.[1]Luego en la verificación se captura lalengua materna en juego bajo no me mira que propulsa la construcción del fantasma. En este acto el analista se las juega para que el objeto mirada tome cuerpo en su presencia.

El segundo acto, el que permite la salida y da cuenta, de manera visceral, del pasaje de analizante a analista, es tan solo una delgadita voz que emite: la saludo. Merecería un preciso y extenso comentario pero no puedo no citar lo que acontece en su cuerpo: De hecho, en las horas que siguieron, en el cuerpo aparece una agitación irrefrenable [2]

¿Cómo un gesto tan sutil puede estremecer tanto? ¿Cómo la simple separación de la férrea conexión S1-S2 puede extraer súbitamente el pathos enquistado en un cuerpo? Un analista se forma para operar esa otra eficacia.[3] Ella no se produce sin localizar el núcleo de goce y, desde allí, con la materialidad más próxima al traumatismo mismo, operar para romper la soldadura del sentido gozado escrito. Es preciso poder verificar y formalizar esta operación. Como analista y como analizante. Y para ello contamos con la Escuela.