Conversaciones Clínicas I

Boletín #4

Letras en línea

Una “elaboración progresiva” es lo que propone Jacques-Alain Miller como consecuencia de una Conversación, es decir, sin conclusiones finales que establezcan una técnica o un buen uso en la práctica. No hay garantías, nos recuerda Gabriela Urriolagoitia, lo que para ella evoca la lógica de lo singular que nos permite abordar cada caso –no solo al practicante sino también en la Conversación – como si fuera la primera vez. El efecto sorpresa estará asegurado en el encuentro fallido y se producirán significaciones inéditas. Así, para Gabriela una Conversación es una práctica del bien decir.

Susana Dicker, a partir del hermoso poema de José Lezama Lima “El pabellón del vacío”, destaca el vacío en la Conversación. El tokonoma es un lugar en la casa japonesa que encarna el vacío mismo. El vacío que permite –explica Susana– el intercambio entre dos espacios heterogéneos: lo real y el sentido. Dos espacios tan inconexos e incongruentes que se necesita de un vacío intermedio que permita realizar el intercambio y el lazo.

El cuadro Interesting conversation in old rotunda de Vladimir Soldatkin que acompaña este boletín nos transmite la viveza de una conversación cuando ésta inspira interés, importa, atañe, y mejor aún: cuando el objeto causa está presente. Los invitamos a leer con ese mismo interés los desarrollos de los dos comentarios a las citas, que bordean lo que no puede terminar de definirse de la Conversación en el lazo social analítico.

Con el mismo ánimo, las Referencias bibliográficas nos introducen al “Conciliábulo de Angers”, que se desarrolló con un clima de trabajo distendido y muy festivo; y a la “Conversación de Arcachon”, realizada con participantes dispuestos en círculos, atentos y divertidos. Excelente espacio el de la Conversación para verificar la transferencia de trabajo.

María Hortensia Cárdenas

 

Comentario de Gabriela Urriolagoitia a la cita:

“Evidentemente, la jornada de hoy, jornada anual de las Secciones clínicas, es como una gran misa. No llevamos demasiado lejos la analogía, pero es una gran misa clínica, o un concilio anual, donde discutimos nociones, cotejamos nuestras concepciones unas con otras, sin concluir mediante una decretal que indique cual es el buen uso de las cuestiones, sino según una elaboración progresiva”. [1]

La conversación, una práctica del bien decir
Miller habla de la conversación clínica como una misa porque es una oportunidad que nos convoca a los analistas y nos reúne. Es también un concilio porque se trata de discutir, poner a prueba y verificar los conceptos del psicoanálisis y su pertinencia en la práctica clínica. Sin embargo nos advierte que no se trata de algo dogmático. Dice que es más bien un trabajo progresivo y esto evoca para mí, la lógica de lo singular. Se trata de poner a prueba un concepto del psicoanálisis (o algunos), en un caso clínico y en una oportunidad dada, como si fuera la primera. No se pueden sacar conclusiones de un caso, que valgan para otros. Entonces esta modalidad, lejos de terminar en un decreto o en un saber acabado, relanza la causa de nuestro deseo y abre nuevas vías de trabajo. Esto es posible porque nuestras conversaciones son una práctica que se apoya sobre la inexistencia del Otro, un saber absoluto agujereado y la falta de garantías. Es una práctica que encarna en sí misma, la relación de cada uno con el S(A/). Por lo tanto un analista expone un saber hacer que inventó a la medida de ese caso.

Por otro lado, a falta de un Otro del saber y de las garantías, apelamos en cada conversación, a una práctica del bien decir y de la posibilidad de la pregunta, con lo cual, el efecto sorpresa además está presente: los comentarios y las preguntas de los colegas producen significaciones nuevas que enriquecen la lectura del material clínico. Efectos de significación que antes de esa conversación, eran inéditos.

NOTAS

  1. Miller, J.-A., Cuando el Otro es malo, Paidós, Buenos Aires, 2011, pp. 74-75.

 

Comentario de Susana Dicker a la cita:

“De pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría”. [1]

Un vacío en la conversación

Si el Otro no existe, ¿qué nos queda? Nos queda conversar…. [2]

M. Bassols [3] recuerda la responsabilidad de las Escuelas de la AMP : “cuidar de la especificidad de la experiencia analítica, tanto hacia el exterior como hacia el interior de las mismas”. Una experiencia que tiene como resorte “el nudo inhumano del lenguaje con el goce” y que, por ello mismo, se guía por lo real en juego que se hace causa de la transferencia.

Nuestra próxima Conversación Clínica, como uno de los espacios de la Escuela , no puede no inscribirse en el cuidado de esa especificidad, más aún cuando los que la sostienen son analistas formados en ella.

Lacan insistió en la preservación de un vacío en dicha experiencia, por parte del analista, que pudiera alojar la letra de goce que sostiene el síntoma del analizante, como vía de acceso a lo singular, que es la oferta del psicoanálisis.

Si esto es así como un principio de la práctica y buscamos transmitirlo en acto a la comunidad analítica, uno de los espacios para hacerlo efectivo es la conversación clínica. De allí la pregunta: ¿cuál sería esa uña del analista que pueda hacer hueco y producir el vacío indispensable para alojar ese real que hace obstáculo al universal, “al Uno fusional”, [4] que “aplasta con palabras últimas”? [5]

M. Bassols, [6] celoso de esa herencia lacaniana, encuentra en la letra del poeta el tokonoma, ese vacío de la arquitectura japonesa necesario para hacer habitable la casa. Vacío familiar al vacío intermedio, tercero entre el yin y el yang, y que por ello mismo hace posible los intercambios entre estos dos heterogéneos.

Ya sea en la experiencia singular de un análisis, como en el espacio de una conversación que se quiere de analistas, se trata de preservar una posición que haga litoral entre lo real y el sentido, y que despeje el lugar del analista como el de un vacío intermedio actuando, que permita la circulación allí donde hay diferencia, entre el hacer y el hablar, entre significante y goce.

NOTAS

  1. Lezama Lima (1976): El pabellón del vacío, poema citado por M. Bassols en el marco del seminario del INES sobre “Lituratierra”.
  2. Miller, J.-A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 27.
  3. Bassols, M., Discurso de asunción de la presidencia de la AMP , 2014.
  4. Ibídem.
  5. Miller, J.-A., Conferencias porteñas, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 111.
  6. Bassols, M., “Lituratierra”, Cuadernos del INES 9, Lima, 2014, p. 225.

 

Referencias bibliográficas sobre la Conversación

“El conciliábulo de Angers” (1996). En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.(p. 13 y ss.)

“―¿En resumidas cuentas, un coloquio?
―Si quiere, pero antes que un «coloquio», que recuerda la rigidez de una sociedad científica, se eligió, no sin cierta malicia, la expresión «conciliábulo». [1] Conocen el origen de este término. Era perfectamente adecuado para el clima de trabajo, que fue distendido, pero muy festivo. Quince personas fueron invitadas para su preparación, cada una de una sección clínica diferente, enseñante o estudiante, para exponer algo breve, pero con la consigna «preciso, precioso, inédito, no ya sabido», con un tiempo de discusión tan largo como el de las exposiciones.” (p. 15)

NOTAS

  • 1. m. Concilio no convocado por autoridad legítima. 2. m. Junta o reunión para tratar de algo que se quiere mantener oculto. (DRAE, 2015)

“La conversación de Arcachon” (1997). En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.(p. 195 y ss.)

  • “Pero, en la misma línea, se planteaba esta otra: ¿cómo formar una serie con esos «tesoros de la clínica»? ¿Cómo construir nuestras series singulares? ¿Cuál es el dispositivo adecuado para extraer consecuencias de este saber?
    La Conversación de Arcachon fue concebida con el entusiasmo de las horas que siguieron al final del Conciliábulo. «Lo raro, lo preciso, lo precioso»: cada sección lo recogería, elegiría una o dos exposiciones, de enseñantes o estudiantes, que habrían de reunirse en un volumen destinado a los participantes de la Conversación , quince días antes que esta se celebrara, bajo el título «Casos raros: Los inclasificables de la clínica»”. (p. 197)
  • La manera en la que se ejecuta el dispositivo es la siguiente: “En la sala de reuniones del casino de Arcachon, que da a la bahía, 250 participantes dispuestos en círculos, atentos y divertidos, interrogaban sus resultados, comparaban las consecuencias de sus construcciones, o trataban, juntos de deducirlas.” (p. 197)

Responsables del Boletín Letras en línea
María Hortensia Cárdenas
Ana Viganó