En su seminario, El banquete de los analistas, Miller destaca que lo que Lacan quería transmitir era sobre todo un estilo, es decir, transferir trabajo, un estilo de trabajo.[1] No se trata de transmitir conceptos, contenidos o fórmulas. Se trata en la transferencia de trabajo de transferir un estilo de trabajo. Si en la Escuela hay analistas marcados por un deseo, causados por el psicoanálisis, esto se puede transmitir con un estilo, efecto de las consecuencias que se extraen de la experiencia analítica. El analista en su posición de trabajador decidido y de enseñante se encuentra en posición de analizante que se deja enseñar y que a su vez transmite en su enunciación los efectos-de-formación que tuvieron en él su propia experiencia analítica. Sin embargo, no existe un acuerdo entre la enseñanza de saberes epistémicos y la formación. Tomo en cuenta la frase que Séneca le dice a Lucilius respecto a los saberes que se pueden aprender: “Todos esos saberes, no debemos aprenderlos, sino haberlos aprendido. Es una condición previa”.[2] Esta condición previa para la formación nos sitúa otra vez en tiempos lógicos, no hay primera vez para el aprendizaje y se basa en “saber ignorar lo que se sabe”.
Con estas reflexiones quisiera introducir la pregunta: ¿cómo enseñar lo que el psicoanálisis enseña? Y, además, ¿se puede transmitir el amor al saber?
NOTAS
- Miller, J.-A., El banquete de los analistas, Cap. IX “La enseñanza del psicoanálisis”, Paidós, Buenos Aires, 2000, p. 173.
- Miller, J.-A., “Para introducir el efecto-de-formación”, https://elp.org.es/para-introducir-el-efecto-de/
Respuesta del docente del CID-Medellín, José Fernando Velásquez:
1. ¿Cómo enseñar lo que el psicoanálisis enseña?
Hay singularidades que oponen la enseñanza de Freud, Lacan, Miller, y el Campo Freudiano, a la enseñanza de la psiquiatría, la psicología, la filosofía o la sociología. La enseñanza del psicoanálisis pasa por la dimensión de la experiencia de lo que es perdurable en el ser; una experiencia con lo singular, lo no-universal, lo que no vale para todos; y secundariamente por el saber que se desprende como fruto maduro de conocer sobre eso que es constituyente del ser.
En un análisis, en la Escuela o en los Institutos o en las Secciones clínicas, que sigan una orientación lacaniana, se sigue un mismo principio: No se deviene analista por vía de la identificación[1]. “El deseo del analista no es el deseo de ser analista”. Ambos son antinómicos. El deseo del Analista solo toma forma en la experiencia propia del análisis y de la transferencia, que incluye matices de sensaciones que escapan a la aprehensión de los razonamientos o de las deducciones lógicas.
La experiencia de un análisis o la experiencia de Escuela son disidencias, extrañezas, frente a lo que la sociedad hoy considera un proceso productivo con resultados objetivos. Además, eso tiene su lado traumático para quién se somete a este tipo de experiencia porque implica un salirse del sentido común que tiene lo que de modo general nombramos como la formación y el saber. Es imposible para el psicoanálisis existir como producto de consumo.
El psicoanálisis se preocupa por las condiciones para que toda voz que sostenga un discurso emergente, tenga su cabida; para que haya una enunciación del uno por uno. Este objetivo puede ser malogrado por el predominio del funcionamiento imaginario, el de la identificación[2]. Propongo centrar acá la diferencia entre experiencia de análisis, experiencia de Escuela y experiencia en un instituto, respecto a la forma de tratar este impasse.
· Lo que enseña la experiencia de análisis
El intercambio de un sujeto 1 con un sujeto 2 se plantea en la experiencia analítica en términos de trasferencia. El 1 supone que el 2 tiene lo que a él le falta: El “Sujeto Supuesto Saber”. Es la lógica de la relación de objeto donde uno es el sujeto y el otro es el objeto; es también la posición de amado y amante. La identificación que se desencadena con el deseo del Otro es un poder que soporta el analista y no lo usa: Operar por identificación, es decaer. Sabiendo esto hay que conducir una experiencia analítica con “prudencia”[3],[4]
La estrategia del analista es no apoyarse en lo dual; introducir el “al menos al 3”. El 3° permite un arreglo que no es una correspondencia, sino un anudamiento en la medida en que hay un axioma que marca la no relación entre el 1 y el 2[5].
Del lado del analizante, ¿qué puede aprender? En “Televisión”, Miller interrogó a Lacan: “Y bien, ¿qué puedo saber?”. Lacan no admitió esa pregunta porque él parte de suponer que el sujeto del inconsciente, el parlêtre, ya sabe algo[6]. La experiencia de un análisis se distingue de todas las demás experiencias de un sujeto por concluir lo siguiente: “que hablo sin saber. Hablo con mi cuerpo, y sin saber. Luego, digo siempre más de lo que sé”[7]. El goce esencial de un parlêtre es uno y es simple, carece de relevancia normativa[8]; se permanece siempre cerca de ese síntoma. Lo que se toca en un análisis, a fin de cuentas, es el saber de lo Real propio que surge en el 1. Esto es lo que el 2 debe posibilitar.
Del lado del analista, la experiencia es paradójica como lo plantea Miller[9]: “Es el olvido de la clínica lo que funda la operación analítica. Se es clínico cuando se ha acumulado la experiencia de un gran número de pacientes, y es eso lo que hay reducir a nada para, en el discurso analítico, acoger como único al sujeto que se ofrece ahí”[10]. El desafío es que cada analizante se convierta en un investigador solitario; “ni invadido, ni abandonado”[11].
· Lo que enseña la experiencia de Escuela y en los Institutos
La Escuela y los Institutos, al hacer una oferta, excitan la libido y la transferencia a un ideal: “Quiero saber”. De nuevo, hay un llamado a la Escuela y a los Institutos a ser prudentes frente a esta demanda de saber porque también puede ser una demanda que se pierda en los laberintos de la identificación[12].
El entusiasmo que hay al inicio del trabajo está en correspondencia a una posición histerizada[13] de cada participante respecto al discurso psicoanalítico como gran Otro. El demandante se ubica en una posición de menos fi (-ᵩ), la que tiene el poder de movilizar el deseo del sujeto, pero a la vez, instalarlo en condición de debilidad. No demoran en aparecer fenómenos como el bloqueo en la producción, el impedimento, el activismo, la incomodidad, propios de la obscenidad imaginaria[14]. El efecto es finalmente, la pasión por la ignorancia. Así no surge la voz singular.
Los miembros y asociados de las Escuelas transmiten a sus pares lo que la experiencia les cuestiona y les enseña. Prima una enseñanza bajo un semblante que equivoca la suposición de un saber encarnado. Lo que se transmite en cada actividad de Escuela, y también se pretende en las Secciones clínicas es la forma de capturar lo más singular de cada parlêtre, su real, y cómo es que ha sido su respuesta a esta singularidad. Es el parlêtre el “enseñante” y quienes participan son los enseñados.
El dispositivo de Escuela es tan radical al hacer el agujero en el saber, como lo es una experiencia de análisis al introducir un agujero en las identificaciones del sujeto[15]. “Un agujero basta para anudar un número estrictamente indefinido de consistencias”[16]. Desde el punto de vista topológico lo simbólico de la Escuela, es su agujero: “No hay el analista”[17]. La experiencia de Escuela se orienta a producir, más que un nuevo saber, una nueva posición respecto al saber, una nueva forma de la enunciación, que es lo que corrobora el Pase. En francés, el “hallazgo”, trou-vaille, permite un equívoco: lo que del agujero vale”[18]. Esto es un AE[19]. Que, a nivel epistémico, cada una de esas voces emerjan con su singularidad, bajo su propia versión; cada voz que se levanta ponga en juego el S(A tachado) del participante de la experiencia de Escuela[20].
2. ¿Se puede transmitir el amor al saber?
· Lo que enseña la experiencia en el Instituto
La prudencia del Instituto al decirse lacaniano es que toma con cuidado la posición que los “aprendices” adoptan en la dialéctica de la Suposición de Saber. Los docentes hacen el esfuerzo de condensar, resumir, volver pragmático el saber clínico que se desprende de la enseñanza de Lacan. La prudencia está al responder sin obturar la demanda. Se reconoce que el saber que se logra a partir de la condición de debilidad, de menos fi, tiene sesgos de identificación, de impostura; una supuesta consistencia llena de patrones de pensamiento arraigados, llenos de citas y referencias. También se sabe que el saber es propenso a funcionar como certeza, a ocultar o a taponar la hiancia. Si aquel que hace de 2 en la tarea académica encarna el saber, desencadena la posición de a-a´; las voces singulares de los que ocupan lo posición 1 no podrán ser realizadas, sino que se fusionarán en la repetición dogmática y en el adoctrinamiento.
El amor al saber epistémico puede convertirse en horror al saber propio de la represión y mantener al sujeto en la ignorancia. Lo que podemos transmitir es el amor a la experiencia. En la década de los años setenta, el niño se encontraba en el primer plano de las preocupaciones sociales; exigía cariño, atención, cuidado, compañía, estimulación y juegos. No obstante, como a todo sujeto nuevo que emerge, se desarrollaron importantes esfuerzos por individualizarlo a partir de los discursos de las prácticas de crianza y de la socialización mediante diferentes disciplinas (psicología, pediatría, psicoanálisis, etc.) con el fin de reconocerlo como sujeto nuevo.
NOTAS
- Miller, J.-A. El Banquete de los analistas, Buenos Aires: Paidós, 2000, p. 181.
- El discurso emergente de un sujeto tiene su lugar, favorecido por ciertas condiciones preliminares sin las cuales la experiencia de lo uno, no son posibles.
- Lacan, J. Televisión: Otros escritos. BsAs, Paidós, 2012. pág. 558
- Miller, J.A. “El concepto de Escuela”. “El prudente es alguien que sabe hacer lo que se debe hacer cuando se debe hacer, que no da ninguna regla técnica, y que es una cuestión del ser. Creo que, a través de esta noción del prudente, que ha seguido en la historia del pensamiento, ya había algo de lo que anunciaba Lacan que debía ser, cada vez en lo particular, un analista. Y no se sabe si existe”. Descargable en: https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=
- Lacan J. El Seminario XXII, RSI, clase del 15 – 4- 75. Inédito. El 3 introduce la posibilidad de articulación del 1 y el 2. Si la voz emergente del 1 surge, es porque es apoyada en el 2, pero solo como semblante porque el 2 se desdobla, el 2.1. es el que hace de muerto en respuesta a la demanda, y el 2.2. es el lugar que aloja o permite anudar el real del analizante al deseo del analista.
- Lacan, J. Televisión: Otros escritos. BsAs, Paidós, 2012. pág. 562
- Lacan, J. “El Seminario Libro XXIII. El sinthome”. BsAs Paidós 2005. Pág. 144
- Para la evaluación de conceptos, normas de uso y juicios de valor. El síntoma no realiza juicios de valor
- “Esta calidad (psicoanalista) no se adquiere, no tiene ninguna chance de adquirirse sino llevando a su término la experiencia del sujeto como psicoanalizado. Es “analizándose a sí mismo, y si oso decirlo así, es porque justamente es el sí mismo lo que (la experiencia analítica ha) tocado”.
- Miller, J.-A. “Cómo se deviene psicoanalista en los en los inicios del siglo XXI” Intervención publicada en La lettre mensuelle n° 279, en junio de 2009. Boletín mensual de la ECF. Publicado en El caldero de la Escuela, Nueva serie, N° 15. Publicación de la EOL, Buenos Aires, 2011.
- Briole G. “El psicoanalista investigador: al borde del agujero”. Dossier: ¿Quieres lo que deseas? (33), Número 33. ELP. Descargable en: http://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-33/el-psicoanalista-investigador-al-borde-del-agujero/
- La acción analítica en cualquier escenario se rige por los mismos principios que le imponen prudencia, y con las mismas herramientas que guían al analista en su práctica
1. “Es más allá del discurso dónde se acomoda nuestra acción”. Lacan, J. “La Dirección de la Cura y los principios de su poder”.Op cit. Pág. 596.
2. Se sabe de lo Real. Reconoce como Freud “el imperio y a la acción de tendencias situadas más allá del principio del placer e independientes de él. Freud, S. “Más allá del Principio del placer”. Obras completas, Tomo XVIII, BsAs, ed. Amorrortu. 2001. p.24. Sabe también que “ciertos elementos son radicalmente no significantes, que no es posible obliterarlos con las palabras” (Miller, J.-A. “Un esfuerzo de poesía”. BsAs. Paidós. 2016. Pág. 164). La función del psicoanalista puede nombrarse así: “no ceder ante lo real” y hacerle frente con el semblante.
3. No se dirige a uno solo de los registros, Simbólico, Imaginario o Real, sino que los incluye a los 3. Actuará en esa conjunción de dimensiones.
4. Sabe que el psicoanálisis tiene límites que son exactamente aquellos en los que comienza la acción educativa, médica, psiquiátrica, “en cuyo campo se debe resistir a entrar”. LACAN, J. Premisas para todo desarrollo posible de la criminología. Op cit. p.139. - Trobas, G. “Del grupo al cartel, Del líder al Más – uno”. En: Revista Mas Uno. EOL. No. 1 Julio de 1996. Pág. 17-28
- la búsqueda del reconocimiento por el deseo del otro, la identificación colectiva, el maestro/el que no sabe, las autorizaciones, las buenas intenciones, los celos, las simpatías, la rivalidad, y la competencia.
- Miller, op. Cit. La experiencia de análisis y la experiencia de Escuela posibilitan introducir la dimensión de lo Real, lo que produce un “devenir” y no una identificación; mientras que la experiencia en el Instituto no tiene condiciones que posibiliten introducir lo real como objeto central de la experiencia. Miller hace referencia a D. Lagache, quién se propuso aclimatar el psicoanálisis a la Universidad, y que, según el criterio de Miller, “no es más que la promesa de un saber hacer que desconoce el inconsciente y el deseo, y en particular el deseo del analista”.
- Lacan J. El Seminario XXII, RSI, clase del 15 – 4- 75. Inédito.
- Esta propiedad, la Escuela la aprovecha para agujerear el lazo que se forma como un dispositivo democrático, simple, anti-dogmático, que no garantiza ninguna seguridad, y está expuesto al azar.
- ibid
- En palabras de Eric Laurent, esto quiere decir: “Sabe encontrar en un impase, los recursos de su acción” Laurent. E. “La pragmática del grupo y el más uno”. En: Revista Mas Uno. EOL. No. 1 Julio de 1996. Pág. 7-11.
- Miller, J.A. Op. Cit. “Como se ….” Es cuestión de Escuela saber en qué medida el sinthome autoriza o no a un sujeto a plantearse como analista.