Presencia del analista… ¿Qué implica la presencia en carne y hueso del analista en el dispositivo analítico?
Luego de un recorrido por varias lecturas, me interesó esta frase de E. Laurent “El lugar del analista se aborda a partir de “hacer el muerto” para luego ser situado en el lugar de objeto pequeño a: este descompleta el lugar de la buena fe y no se identifica con él”. En ese sentido M. Bassols señala, … un muerto muy vivo en su deseo para cumplir esta función pues no hay lugar del muerto sin el deseo del analista, término que Lacan preferirá para indicar la presencia, real, del analista en el dispositivo.
Es necesario que el analista ponga el cuerpo para representar la parte no simbolizada del goce. ¿Cómo inscribir esa parte de goce no simbolizada en el inconsciente en tanto saber, que implica ubicar la pulsión en la transferencia? Significa que el analista pasa a ser el punto de anclaje de la angustia, en la medida en que hace presente la causa del deseo.
Desde la transferencia, como analistas, surge la inquietud de cómo el amor de transferencia puede llegar algunas veces a develarse erotómano, y así también que la presencia de analista sea demandada de forma exigente, volverse amenazante o volverse invasiva para el sujeto. Son precisamente estas situaciones que ponemos al trabajo en el control que además del propio análisis tiene un valor inestimable en la dirección de la cura. Además, como analistas, en función del propio análisis, estar advertidos de la realidad sexual del inconsciente por lo que Lacan insistirá que la resistencia está más bien del lado del analista.
“presencia del analista” sin el artículo “la”, es según Lacan este carácter absoluto de la presencia del analista en la transferencia, presencia en carne y hueso necesaria para que se encarne, para el analizante, el resto irreductible de su discurso, … no sin el deseo del analista.