¿Qué podría decir de la presencia del analista? ¿Presencia de qué? El analista siempre está presente, no hay autoanálisis. Esto último es lo que suelen pensar quienes no conocen el psicoanálisis cuando escuchan que los psicoanalistas también se analizan… Se analizan con otro, no hay psicoanálisis sin otro, sin otro que le dé soporte a la función del Otro.
Luego está la transferencia, cuyas determinaciones –porque son varias- el analizante ignora hasta muy avanzado su análisis. Como sea, es la transferencia lo que le hace buscar la presencia del analista, esa y no otra; lo que lo hace cruzar la ciudad, el continente, el océano… con cierta regularidad. Los misterios de lo que un analizante encuentra en la presencia de su analista se responden con la transferencia. Es por eso que no hay psicoanálisis por Skype o, como me enseñó un caso, cuando se quiere pasar a Skype ya no hay transferencia.
Ahora bien, es insoslayable que a lo largo de ese tiempo, hay sesiones inolvidables. Hitos, marcas, de un antes y un después, actos. Allí el analista aparece de otro modo; se trata de una presencia en la presencia del analista. Vuelvo al principio, ¿presencia de qué? Cada uno pondrá de su cosecha en nuestra conversación. Yo culminaré con una viñeta.
Se trata de un sujeto que pierde al padre. Como lo pierde, lo busca en el analista. Cuando le escribe para contarle que su padre ha muerto, el analista responde: “Lo siento. Te espero”.
Momento inolvidable. El sujeto cae en cuenta de su posición: espera el don del Otro -aunque sea una palabra-, para lo que debe estar caído. Gracias a ello, cayó un poquito de su fantasma. El analista ofrece el análisis, no da… consistencia al Otro. La compasión es del Padre para con sus hijos. Intervención al límite que le ofrece al sujeto dejar de serlo, ¿por qué no un sinthoma algún día? A pesar de no estar presente –se trató de un intercambio a través del teléfono-, presencia de analista.