Conversaciones Clínicas I

Boletín #11

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¡¡¡No esperes más!!!

La ficha de inscripción es necesaria para poder recibir los materiales clínicos que serán trabajados durante la conversación.

Con la riqueza de los comentarios sobre la conversación que hemos compartido en las pasadas 10 ediciones, damos comienzo a la segunda parte de este boletín dedicada ahora a compartir breves elaboraciones sobre distintos aspectos fundamentales de la práctica analítica. Destinaremos unas semanas a explorar vertientes diversas a partir de algunas citas escogidas sobre la clínica y los comentarios que las mismas suscitan en los colegas que aceptaron participar de este esfuerzo, a fin de que sirvan ‒en su articulación y tensión‒ en la construcción del dispositivo de Conversación Clínica de la NEL.

Abren la serie los trabajos de María Eugenia Cardona y Mayra de Hanze. En el primero, Cardona parte de la consideración de Miller acerca de las 3 variantes del sujeto supuesto saber, en relación a los registros sin olvidar su anudamiento. Trabaja la relación que la suposición implica respecto del Otro y la orientación hacia una suposición que ‒inexistencia del Otro mediante‒ se sostenga del Uno.

Hanze por su parte, comenta la cita de un Lacan temprano, del Seminario I, y sitúa a partir de allí un recorrido cuyo eje es la transferencia, su eficacia, su relación con el acto analítico, con el objeto y con la palabra ‒designada en ese seminario como plena‒, para finalmente arribar a la noción: el acto de la palabra.

Gracias al aporte de María Hortensia Cárdenas quien nos ha compartido su archivo de humor gráfico sobre psicoanálisis, cambiamos el tono de las imágenes que ilustran y acompañan la lectura de este tramo del boletín.

Y cambiamos también el contexto de las referencias bibliográficas que adjuntamos, pues se tratará de acercarlos a una selección de citas respecto de la práctica clínica que mucho agradecemos una vez más a Piedad O. de Spurrier, quien ha llevado adelante un extenso relevamiento sobre el tema.

Al final de este boletín encontrarán nuevamente la ficha de inscripción. Es de gran utilidad para la organización saber quiénes podrán concurrir, por lo que insistimos en pedirles que por favor la envíen a Clara María Holguín: clara.maria.holguin@gmail.com

La ficha de inscripción es condición necesaria para poder recibir con anticipación el material clínico que será discutido y trabajado durante la Conversación.

¡Disfruten la lectura!

Ana Viganó

 

Nuestro sujeto supuesto saber

Comentario de María Eugenia Cardona a la cita:

“El analista mismo es un sujeto supuesto al saber –es el segundo sujeto supuesto saber. Si no lo fuera, no nos confiaríamos a él. Es supuesto a saber, al menos, lo que quiere verdaderamente decir la confidencia del analizante, o sea, es supuesto a saber interpretar, digamos, hablando en latín, a responder al casus de las formaciones del inconsciente por el saltus, el salto de la interpretación. Este salto de la interpretación es por otra parte central en el ejercicio, llamado, de control: ¿Cuándo hay que saltar sobre la palabra del analizante para hacerlo en el momento oportuno y tener los efectos que esperamos de ello? Este salto de la interpretación engendra una significación que lo podríamos articular así: Tú, analizante, que eres supuesto al saber, no sabes lo que dices” [1]

En esta intervención de Miller en las Jornadas de estudios de la ECF 2006: “Nuestro sujeto supuesto saber”, Miller ubica tres sujetos supuesto saber, donde el primero sería el analizante con la esperanza de dirigirse a alguien que dirá lo que le pasa, por lo cual busca un analista. El segundo SsS sería el analista mismo como un supuesto a interpretar y el tercer SsS sería el inconsciente como potencia de cifrado…Finalmente y admitiendo que son tres SsS que se articulan en la sesión analítica: el primero imaginario, el segundo simbólico y el tercero real. Pero realmente son solo uno.

El analista como segundo SsS será quien le dé la palabra al analizante, sosteniendo el lugar de “olvido de todo lo sabido”, condición de ignorancia necesaria, que hará de cada encuentro algo nuevo y a su vez posibilitará la instalación de SsS en la sesión analítica. Como lo dice Miller: “la pasión de la ignorancia significa invención de saber, es su otro nombre”. [2] “El sentido de la ignorancia en psicoanálisis, su virtud, eso por lo que resulta adecuado aquello de lo que se trata, es que es la ignorancia de algo que no hay. Por eso Lacan pudo hablar de invención de saber y no de descubrimiento”.[3] Las entrevistas iniciales responden a la frase precisa de Lacan “en el comienzo esta la transferencia”. Donde el síntoma con sus dos caras, “una que habla y es mensaje”, la otra que “no habla y es goce” que incide en el cuerpo, llevará a alguien a partir del malestar –goce‒ a un análisis. La maniobra del analista al inicio es crear las condiciones para que el parlêtre descubra su inconsciente y a partir de ahí se instaure la suposición de saber. La transferencia estará armada a partir de la creencia de que esa queja-por la que sufre será develada. Creencia que Lacan en el Seminario 7 diferencia de la verdad cuando dice: “si suponemos que creen verdaderamente, no son creencias sino verdades”.[4] Solo el acto analítico que esta desde el inicio, podrá ubicar la causa que será impulso al trabajo de transferencia.

Para que el síntoma pueda ser interpretado es necesario creer en él, en su dimensión de mensaje. Síntoma que no es sin la envoltura del Otro de la cultura.

Del psicoanalista se espera la resolución del enigma inconsciente del síntoma. Posición o lugar paradójico para el analista pues ocupa un lugar “que no cree” pero se sirve de ese semblante para dar voz al goce, y llegar a precisar “reduciendo” todo el trabajo de la defensa neurótica que como lo dice Lacan: [5] es pura pérdida, mera conjura que da lástima”. O sea todo lo que se hace con el sentido, no – sirve y agrega: “el sujeto se agota produciéndose como efecto de significante, permaneciendo tan distinto de él….”. [6] El inconsciente Lacaniano está entre los significantes, tiene una estructura pulsátil aparece para desaparecer y volver a reaparecer… necesita al menos dos significante (S1-S2) para capturarlo. El inconsciente lacaniano es lo que brilla y late con destellos momentáneos entre los intersticios de la cadena significante. Por eso en cada analizante, el analista no solo escuchará los significantes que ordenaron su hystoriasino que tendrá que tener en cuenta otro registro más allá de los significantes, que tiene que ver con esos destellos y latidos momentáneos que están en el agujero entre los significantes. Hay un cambio de paradigma donde el lenguaje no comunica sino que es “en el cada significante vale uno” [7] es letra que no remite a nada. En esta nueva perspectiva la intervención del analista no es: sin-sentido, sino que se trata de la intervención: no-sentido, donde lo que se juega es acontecimiento de goce como resonancia en el cuerpo. Como lo dice Xavier Esqué:….”es decir que se apoya no en el Otro sino en el Uno. Se trata de tomar apoyo en lalengua con el fin de extraer el Uno”.[8]

En Los usos del lapso, J.-A. Miller dice: “…el analista con su presencia, encarna algo del goce, la parte no simbolizada del goce. (…) y de la que se puede decir que el testimonio es la presencia del analista en carne y hueso. (…) El analista está a título de su encarnación y no del saber que tendría, del saber inconsciente del sujeto”. [9] Cuerpo del analista, lugar encarnado, que hace posible cernir la “marca singular” de lo innombrable donde el resto –vivifica y posibilita el encuentro con un nuevo modo de saber hacer allí. Inexistencia del Otro que pone al Uno del lado de la invención.

La interpretación será el acto que se espera del analista, que se articula a la pulsación temporal inconsciente y reorienta al fading constituyente del sujeto.

NOTAS

  1. Miller, J.-A.,” Nuestro sujeto supuesto saber”, http://ampblog2006.blogspot.com/2007/09/journes-dtudes-2007.html
  2. Miller, J.-A., “Los signos del goce”. “, Paidós, Bs.As., 2011, p. 222
  3. Ibíd. p. 229
  4. Lacan, J., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 208.
  5. Lacan J., El seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p.170.
  6. Ibíd., pág.171.
  7. Miller, J.-A., Los signos del goce, Paidós, Buenos Aires, 2011, pp. 343-344.
  8. Miller, J.-A., Esqué, X. y otros., ¿Cómo se forman los analistas?, Grama, Buenos Aires, 2012, p. 44.
  9. Miller, J.-A., Los usos del lapso, Paidós, Buenos Aires, 2004, p. 22.

 

Comentario de Mayra de Hanze a la cita:

“Debe existir pues algo diferente del adoctrinamiento que explique la eficacia de las intervenciones del analista. Es lo que la experiencia demostró como eficaz en la acción de la transferencia.” [1]

Corre el año 1953 y Lacan realiza su enseñanza “Los escritos técnicos de Freud”, apertura el Seminario recordándonos que el pensamiento de Freud está abierto a la revisión. Reducirlo a palabras gastadas sería un error […]

Utiliza para ubicar la práctica del psicoanálisis, la metáfora del arte del buen cocinero, “Que sabe cómo trinchar el animal, cómo separar la articulación con la menor resistencia”. Sabiendo que existe, para cada estructura, un modo de conceptualización que le es propio.

La cita que se me ha pedido comentar, la encontramos en el capítulo IX, “Sobre el narcisismo”. Aquí Lacan insiste en la noción de lo simbólico, diciendo que siempre conviene partir de ella para comprender lo que hacemos cuando intervenimos en el análisis.

Enfatiza esa faz de la resistencia que se sitúa en el nivel mismo de la emisión de la palabra. La palabra puede expresar el ser del sujeto, pero hasta cierto punto, nunca lo logra.

Surge al respecto la primera interrogación ¿Cómo se sitúan respecto a la palabra, todos esos afectos, todas esas referencias imaginarias habitualmente evocadas cuando quiere definirse la acción de la transferencia en la experiencia analítica?

Nos dirá que no podemos pensar la experiencia analítica como un juego, una trampa, una artimaña ilusoria, una sugestión. Esta experiencia convoca la palabra plena, la que apunta, la que forma la verdad tal y como ella se establece en el reconocimiento del uno por el otro. La palabra plena es la palabra que hace acto.

Se plantea al respecto la primera contradicción sobre el método psicoanalítico, que apunta a la obtención de la palabra plena mientras da como consigna al sujeto decir una palabra lo más despojada posible de toda suposición de responsabilidad, incluso lo libera de toda exigencia de autenticidad, le conmina a decir todo aquello que pase por la mente, facilitando al sujeto el retorno a la vía de lo que, en la palabra, está por debajo del nivel del reconocimiento y que concierne al tercero, el objeto. Por supuesto, el objeto, no deja de estar en referencia a la palabra […].

Pareciera que este acto de la palabra sólo puede progresar siguiendo la vía de una convicción intelectual proveniente de la intervención educadora, es decir superior, del analista. El análisis progresaría así por adoctrinamiento.

Cuando se afirma que la primera etapa del análisis habría sido intelectualista se hace referencia a este adoctrinamiento. Sin embargo, nunca fue así…las fuerzas auténticamente en juego estaban presentes desde el origen. Si no hubiesen estado allí, el análisis jamás habría tenido la posibilidad de aprobar su examen, e imponerse como método evidente de intervención psicoterapéutica.

[…] La transferencia eficaz de la que habla, es en su esencia, el acto de la palabra.

Es indudable que este recorrido que plantea Lacan, me evoca aquel otro que realizara Miller en el 80, al anunciar que en el psicoanálisis realizamos una clínica bajo transferencia, para decir en el 2008 que la transferencia tiene un afecto disolvente sobre la clínica.

NOTAS

  1. Jacques Lacan, El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1981, p. 170.

 

Referencias bibliográficas sobre la práctica clínica

Lacan, J. (1971). Escritos 1. México D.F., Siglo XXI Editores.

El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma (1945)

  • “Se aíslan en el sofisma tres momentos de la evidencia, cuyos valores lógicos se revelarán diferentes y de orden creciente”. (p. 27)
  • Estos momentos son el instante de la mirada, el tiempo para comprender y el momento de concluir. “El tiempo para comprender puede reducirse al instante de la mirada, pero esa mirada en su instante puede incluir todo el tiempo necesario para comprender. Así, la objetividad de este tiempo se tambalea en su límite”. (p. 29)
  • “Cada uno de los sujetos, si ha vuelto a aprehender la certidumbre subjetiva del momento de concluir, puede nuevamente ponerla en duda. Pero está ahora sostenida por la objetivación, ya hecha, del tiempo de comprender, y su puesta en duda durará tan solo el instante de la mirada, porque el solo hecho de que la vacilación aparecida en los otros sea la segunda basta para suprimir la suya apenas percibida, puesto que le indica inmediatamente que con seguridad no es un negro”. (p. 33)

Intervención sobre la transferencia (1951)

  • “En una palabra, el psicoanálisis es una experiencia dialéctica, y esta noción debe prevalecer cuando se plantea la cuestión de la naturaleza de la transferencia”. (p. 38)
  • “Dicho de otra manera, la transferencia no es nada real en el sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes según los cuales constituye sus objetos. ¿Qué es entonces interpretar la transferencia? No otra cosa”. (p. 47)

 

Ficha de inscripción

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Miembro o asociado ……………………………………………………..

Está inscrito en el CID………………………………………………………..

 

Costo

  • Si solo se inscribe en la I Conversación Clínica: USD 30.00
  • I Conversación Clínica y Seminario de Formación del INES: USD 40.00

El pago se puede realizar en la Sede con el tesorero correspondiente o el 2 de septiembre en São Paulo.

Ficha de inscripción en este archivo:
https://gallery.mailchimp.com/62e180ab962451bbcf3633e57/files/Ficha_de_inscripcio_n.docx

 

Responsables del Boletín Letras en línea
María Hortensia Cárdenas
Ana Viganó