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Letras en línea entrevista a Luz Elena Gaviria quien nos hace una comparación entre los sujetos de antes y los de ahora tomando con gracia la idea de que en la era de los botones y la tecnología, carecemos justamente de los botones que serían necesarios para activar-desactivar la transferencia, la entrada en análisis, el fin de análisis.¿Qué hacer entonces sin esos botones? Es el camino que intenta plantear la primera de sus respuestas. En la segunda, más concisa y compleja, Luz Elena nos advierte de la perspectiva de lo que hablar quiere decir, en tanto “un decir es un modo de la palabra que se distingue por constituir un acontecimiento”. Esto pone sobre el tapete la cuestión del decir analizante y por supuesto también la del analista, situando toda una línea de trabajo respecto de la interpretación.
La tensión entre el significante y el goce son la referencia de las primeras citas bibliográficas que hoy recomendamos, advertidos de que nuestra práctica es una práctica fundamentalmente de la palabra, en su articulación hablar-decir. De ahí que enseguida le siguen unas referencias a la posición del analista en relación a la cura, cruciales para poder conducir orientadamente esa cura.
Los casos clínicos ya han sido enviados a todos los inscriptos a la Conversación Clínica, para que puedan trabajarlos con anticipación. Recordamos que los mismos no serán leídos en el momento, por lo cual la lectura previa es fundamental para el buen ejercicio de la conversación. Si aún no se han inscripto, pueden hacerlo siguiendo el link que antecede a este texto.
¡Disfruten la lectura!
Ana Viganó
Letras en línea pregunta a Luz Elena Gaviria
— ¿De qué manera construye cada analista una entrada en análisis?
El sujeto de la civilización actual no es el mismo de la época anterior, orientado por la civilización del Otro que existe, en donde el sujeto “creía” en el Otro, era incauto, y su palabra, su decir de quejoso, derivaba en el sujeto supuesto saber, lo que provocaba diálogo, respuestas transferenciales, que mostraban que el Uno solo autista que no habla respondía haciendo lazo social. En el sujeto hipermoderno, “el parlêtre que analizamos hoy” en donde el Otro no existe, o al menos no es incauto pues sabe que el orden simbólico no es más que semblante, “la creencia” en el sujeto supuesto saber y en el amor, está debilitada y no se cuenta con la ficción para enlazar ese Uno solo autista que permita la transferencia y abra la posibilidad de la entrada en análisis, ante lo cual dice Miller en una “Una fantasía”: “Y es precisamente porque no comprendemos cómo funciona, porque no se tiene éxito apretando botones, cualquiera sea la perfección de los diagnósticos o la experiencia clínica, etc., es precisamente por esto que pasamos nuestro tiempo explicándonos unos a otros, intentando explicarnos lo que ocurrió los unos a los otros y a dar testimonio de ello”.
Con el sujeto anterior el matema de la transferencia hacía pensar al analista que un botón se apretaba y el asunto funcionaba estableciendo la entrada en análisis; con el parlêtre hipermoderno no hay botones y tanto el matema de la transferencia como la suposición de saber ya no son un botón. “Entonces las consideraciones que he debido saltear conducían a una inversión de lo que decimos tradicionalmente: el sujeto supuesto saber es pivote de la transferencia. Me parece que el último Lacan dice otra cosa, si puedo decirlo, dice más bien: la transferencia soporte del sujeto supuesto saber. Para decirlo de otro modo, dice más bien que lo que hace existir el inconsciente como saber, es el amor. Por otra parte, la cuestión del amor, a partir delSeminario Aún conoce una promoción muy especial, porque el amor es lo que puede hacer mediación entre los unos solos. Por lo tanto, decir que es imaginario, en fin, produce una dificultad. Es decir que el inconsciente no existe. El inconsciente primario no existe como saber. Para que devenga un saber, para hacerlo existir como saber, hace falta el amor. Y es por lo cual Lacan podía decir al final de su Seminario “Los nombres del Padre”: “un psicoanálisis, demanda amar a su inconsciente. Es el único medio de hacer, de establecer una relación entre S1 y S2”.
“Porque en el estado primario tenemos « unos » separados, en disyunción. Entonces, un psicoanálisis demanda amar a su inconsciente, para hacer existir no la relación sexual, sino la relación simbólica”.
La gran dificultad para el analista de hoy es enlazar el Uno solo separado con la alienación del amor, de manera que posibilite la experiencia analítica. La entrada en análisis se da cuando el modo de gozar se introduce en la transferencia como respuesta de lo real autista para el analista, es lo que el ultimísimo Lacan llamó magia; es ahí que el analista hace de partenaire del rasgo sinthomático que se presenta, hace hablar ese modo de gozar del analizante, es decir: sabe qué goce le habla, y a qué goce se le habla.
Pero esa dificultad es precisamente lo que hace del psicoanálisis una profesión imposible. “La única vía que se abre más allá es, para el parlêtre, hacerse incauto de un real, es decir, montar un discurso en el que los semblantes atrapen un real, un real en el que creer sin comulgar con él, un real que no tiene sentido, indiferente al sentido y que no puede ser distinto de lo que es. La debilidad, por el contrario, es el embaucamiento de lo posible. Ser incauto de un real – lo que yo alabo – es la única lucidez que le está abierta al cuerpo hablante para orientarse”, afirma J.-A. Miller en el último congreso de la AMP.
— ¿En qué forma se juega en ello el análisis y la práctica de control del analista?
La nueva interpretación sería aquella que según Lacan “asegura lo real”, hace que el analizante “adhiera a él”, se vuelva incauto de su real, y esto se logra si el decir interpretativo del analista adquiere la estructura de “Un decir” que hace eco en el cuerpo: “Un decir es un modo de la palabra que se distingue por constituir un acontecimiento”. Es lo que a partir del último Congreso se llama el analista sinthome.
El analista debe saber por su formación que su modo de gozar produce eco en el cuerpo del analizante, el “Un decir” del analista; sabe que hace síntoma de síntoma, acontecimiento de cuerpo. Es lo que la historia del psicoanálisis nos ilustra por ejemplo con el caso de Ana O. la cual se embaraza en respuesta al síntoma que lee en su analista Breuer: querer ser padre. Es lo que podemos llamar efecto del inconsciente transferencial, que se abre, no por el oído, sino por el eco en el cuerpo. El analista reconoce ese eco que produce en cada caso y por eso va a control a ver cómo tiene efecto en el analizante su modo de gozar.
Referencias bibliográficas sobre la práctica clínica
Significante y goce. La posición del analista.
Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires.
Clase 4: “Porque lo que impacta en lo que resulta de esta institución del discurso analítico y lo que es el resorte de la transferencia, no es como algunos han creído entender, y de mí, que el analista sea el que está ubicado en función del sujeto supuesto saber. Si la palabra es entregada tan libremente al, psicoanalizante, es precisamente así como recibe esta libertad: es que se le reconoce que puede hablar como un amo, es decir como un chorlito y que eso dará tan buenos resultados como en el caso de un verdadero amo, que es supuesto conducir a un saber, a un saber del que se hace prenda el rehén, el que acepta de antemano ser el producto de las cavilaciones del psicoanalizante, o sea precisamente el psicoanalista en tanto que, como ese producto, está destinado al fin a la pérdida, a la eliminación del proceso, en tanto que pueda asumir este lugar.” (p. 37)
Clase 5: “El significante pues se articula por representar un sujeto ante otro significante. De aquí partimos para dar sentido a esta representación inaugural en tanto que ella es repetición apuntando al goce, lo que nos permite concebir que, si el saber en un cierto nivel está dominado, articulado por necesidades puramente formales necesidades de la escritura, lo que desemboca actualmente en un cierto tipo de lógica que es en sí manejo y antes que nada manejo de la escritura, que, si este saber, es el que está en el soporte de una experiencia que es la de la lógica moderna, que este tipo de saber, es el que está en juego cuando se trata de medir, en la clínica analítica, la incidencia de la repetición. En otras palabras el saber que nos parece el más depurado, aun cuando esté bien claro que no podemos extraer lo de ningún modo del empirismo por depuración, es el mismo saber que está presente desde el origen, que muestra su raíz en lo que, en la repetición y bajo la forma de rasgo unario para comenzar, ese saber es el medio del goce, del goce precisamente en tanto supera los límites impuestos bajo el término de “placer” a las tensiones habituales de la vida.” (p. 46)
Clase 5: “Logro articularlo de la siguiente forma: que substancialmente está hecha del objeto a, del objeto a en tanto que, en la articulación, que hago de lo que es la estructura del discurso, estructura del discurso en tanto que esta nos interesa, digamos, tomada al nivel radical a donde es llevada por el discurso analítico, es substancialmente la del objeto a en tanto que este objeto a designa precisamente lo que de los efectos dé discurso se presenta como lo más opaco y a decir verdad, desde hace mucho tiempo, desconocido, por lo tanto esencial. Se trata del efecto del discurso que es el efecto de desecho, efecto de desecho del que voy a tratar ahora de puntualizar el lugar y la función. He aquí pues lo que substancialmente es la posición del psicoanalista y ese objeto se distingue de otra manera, al venir a ocupar el lugar desde donde se ordena el discurso, porque es desde ahí que se pone en circulación la dominante.”
(p. 41)
Clase 7: “Es esencial recordar esto cuando hablando del “revés del psicoanálisis”, se plantea el problema del lugar del psicoanalista en la política. La intrusión en la política sólo puede hacerse reconociendo que no hay otro discurso solamente el analítico, no hay otro discurso que el del goce, al menos cuando se espera el trabajo de la verdad.” (p. 77)
Responsables del Boletín Letras en línea:
María Hortensia Cárdenas
Ana Viganó