Continuando con la serie del Correo del INES, compartimos la elaboración de nuestra colega Viviana Berger de la Nel-Ciudad de México. Su texto, de manera magnifica hace contrapunto con la crítica de Lacan, respecto al ejercicio del poder por parte del Psicoanalista en 1958. Cincuenta años después esa misma pregunta, se sostiene respecto al deseo del analista “deseo que dista mucho de ser un deseo subjetivo” y que de manera precisa apunta a saber hacer ahí con los “restos sintomáticos”. Será sin duda, una lectura que nos interroga a partir de nuestro lugar de analizantes.
María Eugenia Cardona
EL ANALISTA DESECHO – los poderes de la cura
Viviana Berger – NEL-Ciudad de México
“La dirección de la cura y los principios de su poder” nos remonta a julio del 58 cuando en el coloquio de Royaumont Lacan presenta un informe que apunta directo al corazón del poder instituido de la IPA denunciando su extravío de la doxa y la praxis freudianas. De manera contundente, Lacan rescatará la primacía significante y pondrá en cuestión la desorientación de los conceptos nodales: la transferencia y la contra-transferencia, los síntomas, las formaciones del inconsciente, el concepto mismo de inconsciente, la interpretación, el deseo, el actuar del analista. “No tenemos otro designio que el de advertir a los analistas sobre el deslizamiento que sufre su técnica, si se desconoce el verdadero lugar donde se producen sus efectos”[1].
Dirigir la cura, no al paciente; ni reeducación emocional ni dirección de una conciencia. Bajo esta premisa, los siguientes dos años estarán dedicados a la ética del psicoanálisis a partir del Seminario 7.
¿De qué tratan los principios del poder de la cura?
En su exposición Lacan denuncia el ejercicio del poder que la escena analítica por estructura otorga al analista, y enfatiza –contrariamente- que la autenticidad de la acción de la praxis analítica se soporta en la condición de no ejercerlo, en la medida en que la acción analítica se sustraiga de él. “El verdadero lugar donde se producen sus efectos” … no es en tanto Amo que el analista ocupa el lugar que la propia transferencia le confiere, ni como pareja imaginaria, ni modelo Ideal a identificarse; será en tal caso en tanto desecho –“saber ser un deshecho implica claramente que sepa serlo en la experiencia, esto es, para otro sujeto”[2].
Ni héroe ni masoquista, ni abnegado -narcisismo a un lado, “saber ser un deshecho para otro sujeto” es la respuesta ética a la demanda que recibe del Otro extraída más bien de su propia experiencia en tanto analizante, del proceso de sus propias transformaciones en tanto sujeto –¡sustento bien diferente del deseo del poder!
50 años después
Hoy escuchamos de los AEs sobre el pasaje de analizante a analista, caso por caso, a partir de los arreglos sintomáticos que el análisis les posibilitó inventar y donde cada uno halla la sustancia singular donde se soporta el deseo de “ser un deshecho para otro sujeto en la experiencia analítica”. “Deseo” que dista mucho de un deseo subjetivo; bajo estas coordenadas no es un analista en correspondencia con un sujeto, es un analista en correspondencia con sus restos sintomáticos, depurados.
Jacques-Alain Miller termina su curso “Donc, la dirección de la cura” con el siguiente párrafo: “Su deber, que a veces cumple de mal grado, es conducir al analizante por los caminos que de manera auténtica le permitirán a él, el analista, reducirse a ese deser. A veces refunfuña, a veces ocurre que cuando despunta el deser, el analista es presa de una curiosa hostilidad para con su analizante. El fin del análisis en calidad de pase no es posible sin duda si el analista no quiere su propio deser. Por cierto hay en eso algo que cabe calificar de abnegación, y que puede incluso llevar a pensar en una posición masoquista. Lacan vuelve regularmente a interrogar la posición del analista en cuanto al masoquismo por el cual podría estar marcada. En el fondo –y por el momento terminaré en este punto-, para hacer el pase hacen falta dos”[3].
¡Qué mecanismo tan particular que ha inventado el psicoanálisis! -construye y trabaja a partir de la invención de un lazo inédito sobre el cual se soporta toda la cura para luego propiciar la pulverización de eso mismo que ha instituido el camino del análisis y así dejar revelado lo que constituía el ser del partenaire analista para el sujeto, lo que queda de ser en el goce sustraído.
Sin duda, “hacen falta dos”.
NOTAS
- Lacan, Jacques, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 1, Editorial Siglo XXI, pág. 591.
- Miller, Jacques-Alain, “El banquete de los analistas”, Editorial Paidós, pág. 402.
- Miller, Jacques-Alain, “Donc, la dirección de la cura”, Editorial Paidós, pág. 476.
Comisión organizadora
Director del INES: Mauricio Tarrab
Presidente del Comité Consultivo: Clara María Holguín
Comisión INES
Elida Ganoza
Viviana Berger
María Eugenia Cardona
Gisela Cordido